Hoy charlaba con Carlos y Bernat sobre la hora de salida que sufrimos muchos de los consultores (yo, la verdad, es que no puedo quejarme). Es frecuente encontrar gente que, por costumbre, sale de su puesto de trabajo a horas cercanas a las 8-9 de la noche cuando su hora de salida son las 6.
Desde hace ya algún tiempo en determinados medios (Que!, Tele Cinco, ..., hasta el mismísimo presindente del Congreso Sr. Marín) discuten sobre si se trata de un problema derivado de la cultura española de "mesa y mantel" o se debe a errores de planificación de las empresas.
Yo no quiero entrar en si se debe a una causa o a la otra, pero desde mi punto de vista, en el entorno empresarial existe una disyuntiva que muchos de los señorines/as no son capaces de resolver: la diferencia entre lo urgente y lo importante.
Cuántos de nostros no nos hemos visto en una situación en la que, estando realizando una determinada tarea catalogada como importante por quien corresponda, ha llegado nuestro señorín/a y nos ha dicho algo similar a: "Diego, deja lo que estés haciendo, tengo un tema muy importante que hay que resolver". Tras una charla sobre la nueva tarea y su prioridad, te das cuenta de que dicha tarea carece de urgencia, aunque no por ello de importancia, pudiendo darse el caso de que la tarea inicial tenga incluso mayor prioridad que la nueva. El caso es que en muchas ocasiones es complicado hacer ver al señorín/a que la que la suma (importancia + novedad) está dando lugar a una etiqueta de Urgente no necesaria, por lo que termina realizándose la nueva tarea para, posteriormente, dedicarse a la "defenestrada" tarea antigua, con el consiguiente retraso y necesidad de echarle más horas.
Es por ello que: Lo importante, por nuevo, no debe resultar urgente.
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