Corren tiempos de cambios en mi entorno profesional, ya que son muchos los compañeros que están cambiando de empresa o en búsqueda de dicho cambio. Y es que cuando una empresa no huele bien, pueden tomarse dos caminos:
- Marcharse: con lo cual se abre un nuevo abanico de posibilidades y se asume el riesgo asociado al cambio.
- Quedarse: si la corporación es lo suficientemente grande como para aguantar el bache y si se está en una posición segura en la cual aguantar, se debe confiar en el viejo dicho “a río revuelto ganancia de pescadores”, ya que con los cambios y reestructuraciones surgen oportunidades, sólo hay que estar atento.
En cualquiera de los dos casos se debe asumir la responsabilidad de la elección y las consecuencias yendo hasta el final y poniendo toda la carne en el asador. Si bien es cierto que en ambas opciones hay una marcha atrás posible, también lo es que esto quedará reflejado en el CV y con un 95% de probabilidad será uno de los temas a tratar en futuras entrevistas de trabajo ante preguntas del estilo ”he visto en tu cv que hiciste este cambio de empresa, ¿podrías explicarme las razones que te llevaron a dicho cambio?”
Es por ello que, teniendo en cuenta que la suerte y la coyuntura tienen un papel importante en el desarrollo de todos los cambios, es necesaria una fase previa de estudio y análisis de las alternativas (la famosa hojita con los pros vs contras) que minimice los riesgos a asumir. Si este tipo de análisis lo hacemos a la hora de comprar un coche ¡¡cómo no vamos a hacerlo al tomar una decisión que puede marcar nuestra carrera profesional!!
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